Tuve la suerte de descubrir este pequeño pero encantador restaurante, y fue como hacer un viaje directo a Cabo Verde, Angola y Mozambique sin salir de la ciudad. El ambiente es sencillo y acogedor, con ese calor humano que solo los lugares humildes pero auténticos pueden ofrecer.
La comida fue una verdadera sorpresa: sabores intensos, caseros, llenos de historia y tradición. Probé la moamba de gallina y un cachupa cabo-verdiana que me hicieron sentir como en casa, aunque nunca he estado allí. El peixe grelhado con pirão me recordó la riqueza de la cocina africana de raíz portuguesa, llena de matices y cariño.
Lo más especial fue la atención: cercana, amable, como si fueras un invitado y no un cliente. Se nota que aquí cocinan con el corazón y sirven con orgullo.
Si buscas una experiencia gastronómica auténtica, alejada de lo turístico y llena de alma, este lugar es un tesoro escondido. Volveré sin duda
He estado en este restaurante tres veces, eso significa que el lugar es fabuloso. La señora que debería ser la dueña es increíble y también tengo un gran recuerdo de ese lugar porque fui con mi familia pasando una velada inolvidable.
La comida es típica de Capo Verde y Angola y muy sabrosa y también muy barata.
Iré una y otra vez.