Una verdadera joya escondida, es un negocio familiar que se enorgullece de ofrecer solo el pescado y el marisco más frescos, todo sabe a que fue capturado el mismo día. La calidad es excepcional, y realmente se puede sentir el amor y la dedicación detrás de cada plato.
Lo que hace que la experiencia sea aún mejor es el personal increíblemente amable y acogedor. El servicio es de primera categoría: cálido, atento, y siempre con una sonrisa.
Si bien los mariscos son un claro punto culminante, las carnes también merecen una mención especial: perfectamente cocinadas, sabrosas y claramente preparadas con gran cuidado.
Muy recomendable!