Había una feria en Miranda y era casi imposible encontrar un sitio para comer. Después de varios intentos fuimos al Santa Catarina. Nos dijo el amable encargado que tendríamos que esperar una media hora y que nos apuntaba en la lista. Después de 20 minutos nos llamó y nos pudimos sentar a comer. Magnífico el trato, magníficas las vistas y magnífica la comida. Para repetir.